Para Foucault: "Ocuparse de uno mismo no es una sinecura. Están los cuidados del cuerpo, los regímenes de salud, los ejercicios físicos sin exceso, la satisfacción, tan mesurada como sea posible, de las necesidades. Están las meditaciones, las lecturas, las notas que se toman de libros o de las conversaciones escuchadas, y que se releen más tarde, la rememoración de las verdades que se saben ya pero que hay que apropiarse aún mejor" (Foucault, 1992b: 50). Esta serie de experiencias puestas en una escena personal, ayudarán en definitiva a dar un sentido a la existencia.
Se debe destacar, por lo tanto, que en el caso de los griegos, teóricamente, la cultura estaba orientada hacia el alma, pero todas las preocupaciones por el cuerpo adquirieron una importancia inmensa (Foucault, 2000a). Esto estaría dado, expone Foucault (1992b), por algo distinto de lo que pudo ser la valorización del brío físico, o el atractivo corporal, en una época en que la gimnasia, el entrenamiento deportivo y militar, constituían piezas cardinales de la formación de un individuo libre. Sino que se inscribe, al menos en parte, en el interior de una moral que decreta que la muerte, la enfermedad, o incluso el sufrimiento físico, no constituyen males verdaderos, y, por tanto, es mejor cuidar el alma que preocuparse por el cuerpo en sí mismo.
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